Asociar el juego al entretenimiento, nos aleja de una comprensión más compleja que pondrían en evidencia las implicaciones que tienen en el desarrollo las restricciones de tiempo, recursos y trascendencia. Lo contrario al juego no es el trabajo, es la depresión. Lo dice Stuart Brown y lo sostienen otros muchos especialistas de la salud y el desarrollo evolutivo.
La conquista del espacio y lo relacional necesitan del juego espontáneo y libre (esto es un epíteto) para que se den la excitación y la respuesta en un equilibrio dentro-fuera y, las personas, podamos ir entrenando distintas formas de acción, configuración y relación. El juego es investigación, es entrenamiento y se da, sin necesidad de intervención externa, de manera natural en todos los seres humanos.
Las personas -todas y a cualquier edad- y otros animales jugamos.
Las personas adultas tendemos a despreciarlo -como algo pasajero e inútil-, a abandonarlo -al considerarlo una actividad “infantil”- o a manipularlo -cuando vemos su potencial para el aprendizaje-. Esta actitud podría estar debilitando nuestro potencial personal y colectivo y por eso deberíamos arriesgarnos a respetarlo y dejar que se dé más allá de nuestro control.
Hablamos del juego que genera autonomía y competencia, del juego que implica responsabilidad y decisión; de la acción que se da con perseverancia y concentración, en el equilibrio entre lo que una desea y el encuentro con las demás. El juego en el que vivenciando lo que puedo se conquista lo que debo.
Proyectos asociados
LABORAGUNEA
Espacio de juego y aprendizajes.
IMAGINE ELEPHANTS
Una experiencia sobre el juego y la infancia.